Tomado de IAR Noticias
En declaraciones a la cadena televisiva ABC ,el director de la CIA,Leon Panetta dijo dudar de que las recientes sanciones de la ONU vayan a poner fin a las ambiciones nucleares de Teherán, aunque el régimen islámico asegura que su plan atómico sólo apunta a la producción de energía con fines pacíficos.
El jefe de la Agencia afirmó que las sanciones podrían ayudar a debilitar a Teherán al crear graves problemas económicos, pero que probablemente no van a impedir que siga con sus ambiciones de desarrollar su capacidad nuclear.
“Creemos que tienen suficiente uranio con bajo nivel de enriquecimiento para dos armas (nucleares)”, explicó Panetta. Teherán necesitaría un año para enriquecer ese uranio, de forma de producir una bomba, y le llevaría al menos "otro año desarrollar el sistema de lanzamiento del arma para hacerlo viable”, detalló.
Irán ha estado produciendo uranio enriquecido en un 20% desde febrero. Ese nivel de enriquecimiento se necesita para producir combustible para un reactor de investigaciones médicas, y está lejos del 90% que se requiere para fabricar armas nucleares.
Pero Washington y sus aliados dicen temer que el país persa esté buscando tener la capacidad de enriquecer uranio al nivel usado en el armamento atómico.
El reloj nuclear
Los expertos coinciden en que el punto que marca la hora del desenlace militar en Medio Oriente está señalado por el momento en que Irán esté en capacidad (o lo más cerca posible) de construir su primera cabeza nuclear.
Hasta ahora, EEUU, Israel e Irán vienen jugando su estrategia en tres dimensiones:
Una "guerra psicológica" (de amenazas y despliegues militares) como forma de disuasión o de presión para negociar una "salida diplomática" en la ONU retardando un enfrentamiento militar abierto, y un "plan programado" de ataque y contraataque como resolución de un desenlace militar abierto.
EEUU, Israel y el eje sionista europeo, exacerban el conflicto (por ahora mediático) y tiran de la cuerda, para luego aflojar y seguir buscado vías de negociación con Irán.
Y los ayatolas no se quedan atrás: desde Teherán lanzan rayos y centellas contra EEUU e Israel, ensayan armas y operativos militares, y pronostican la desaparición del Estado judío en las llamas del Apocalipsis.
Es un juego diplomático y psicológico que, desde hace más de cuatro años, intenta evitar una verdadera confrontación militar que incendiaría el Golfo y los mercados internacionales y tendría un desenlace incierto en Medio Oriente y en el resto del mundo.
El reloj del ataque parece estar marcado por la capacidad de Teherán en fabricar su primera ojiva.
Y aquí las informaciones son contradictorias: para los servicios israelíes Teherán ya está en el "umbral" de la bomba, para la CIA y las agencias occidentales es un proceso que puede durar entre dos y cinco años más, y para la AIEA el régimen iraní oculta aspectos avanzados de su plan para construir una ojiva nuclear en menos de un año.
También en este aspecto hay infinidad de teorías.
Desde que Irán le compró cabezas nucleares a Corea del Norte, hasta que ya tendría ojivas ocultas producidas por su programa nuclear, las teorías conspirativas no tienen límites.
La ojiva, en realidad, es lo único que puede desatar un Apocalipsis militar en Medio Oriente, señalan al unísono tanto analistas árabes como judíos.
Pero a esto se agrega otro detonante: En Rusia, la prensa y agencias moscovitas, aseguran que Moscú (pese a las sanciones de la ONU) está dispuesto a entregarle a Irán el sistema de misiles S-300 que volvería casi invulnerable el espacio aéreo iraní.
Declaraciones de las últimas horas de altos funcionarios y jefes militares rusos van en esa línea.
Con el S-300 en manos iraníes el eje USA-Israel tendría que replantear globalmente su estrategia de ataque habida cuenta de que sus aviones y pilotos podrían caer como moscas sobre el suelo bendito de los ayatolas.
Pero, más allá de las hipótesis, lo concreto, es que la hora del ataque a Irán está señalada por el reloj de su primera bomba nuclear.
Israel y su estado mayor militar son claros: Atacar a Irán para desactivar su capacidad de convertirse en potencia nuclear es una cuestión de supervivencia para el Estado judío.
El interrogante no es si Israel y EEUU atacan o no atacan las usinas de Teherán (los planes están casi reconocidos por el Estado judío), sino el momento que eligen para hacerlo.
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