La Organización Mundial de la Salud (la cual es el brazo de las Naciones Unidas que trabaja con asuntos de salud pública) se está laborando rápidamente un controvertido plan para imponer miles de millones de dólares en impuestos sobre el consumo mundial de actividades tales como el uso de Internet y sobre las transacciones financieras cotidianas como el pagar facturas en línea. Todo eso mientras que sus gastos se disparan y su propia casa financiera está en problemas. La OMS alega que el fin de imponer su plan de impuestos es elevar "decenas de miles de millones" de dólares para utilizarlos en la reorganización de investigación, desarrollo, producción y distribución de medicamentos en todo el mundo, con mayor énfasis en los medicamentos para las enfermedades transmisibles en los países pobres.
La ironía es que ellos (con su intención de cobrar impuestos por todo el mundo)están enfrentando una crisis financiera en sus arcas,producto de una ineficiencia en manejar su presupuesto y mantener sus operaciones bajo control. Para colmo, no esperan a mostrar resultados positivos sobre la implantación de esos impuestos hasta un año a partir de su imposición. Este plan es parte de una serie de propuestas innovadoras para la financiación de sus operaciones, preparado por un panel de 25 miembros de expertos médicos, académicos y funcionarios del campo de la salud. El próximo paso será llevar las propuestas a la reunión anual de los 193 miembros de la Asamblea Mundial de la Salud, OMS, principal órgano legislativo, que comienza en Ginebra el 17 de mayo. Luego durante el 22 de mayo, el Consejo Ejecutivo de la OMS, dará efecto a las desiciones de su reunión anual.
Esto significa que pronto se estará llevando a cabo un fuerte cabildeo para convencer a los gobiernos ricos con el fin de que ellos le impongan este impuesto a sus ciudadanos utilizando como excusa el desarrollar investigaciones en favor de los pobres del planeta. La ayuda a los paises desventajados no debe discutirse, pero,¿porque utilizarlos para imponer una nueva carga en favor de las farmaceúticas, que son las que al fin y al cabo van a disfrutar del fruto de dichas investigaciones?
En efecto, el plan equivale a una versión farmacéutica del acuerdo sobre el cambio climático patrocinada por la ONU que no pudo ganar la aprobación global en Copenhague en diciembre pasado. Si se aplica como los expertos sugieren, fácilmente se podría incluir el mismo tipo de transferencias de riqueza como la fallida cumbre de Copenhague, que enviará 30 mil millones dólares al año para las naciones pobres, a partir de este año. ¿Llegaría de verdad esa cantidad como ayuda a las naciones necesitadas? La historia me hace pensar que tal vez puedan ver un 1% de la misma. El resto, se dividirá entre la industria farmaceútica, la OMS y sus intermediarios.
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